Cuando algo acaba siempre decimos "una lástima, se fue una parte de mi". Sí, puede ser verdad. Muchas veces empezamos cosas que creemos que era lo que nos faltaba, lo que nos complementa, lo que nos hacía falta para tenerlo todo. Creemos que eso nunca se irá, que estará siempre en nuestra vida, pero cuando sucede lo contrario, nos sentimos vacíos, vulnerables, tristes y pensamos que ya nada tiene sentido, sin ese ingrediente extra que nos hacía sonreír. ¡Y no es así!
No se acaba la vida cuando se nos rompe una relación. No se nos va todo lo que somos con esa persona que tanto quisimos y tal vez, aún queremos. Siempre hay que tener en claro que no podemos pedirle lo eterno a simples mortales (sí, perdón Shakira, pero era la frase ideal). Todo en algún momento acaba, pero no por eso se nos muere todo. Nos queda el legado, los recuerdos, las nostalgias. Supongo que no soy la única persona sobre la Tierra que a la medianoche le vienen todos los recuerdos de golpe.
Todos perdemos algo o a alguien. En esta vida se gana, pero hay que ser concientes que también se pierde. Puede que un día lleguemos a perder todo: nuestra familia, nuestro dinero, nuestros amigos, nuestros amores, pero hay un par de cosas que nunca vamos a poder perder: lo vivido y nosotros mismos. Nunca vamos a perdernos a nosotros. Siempre está esa parte nuestra que nada ni nadie nos podrá quitar: nuestro verdadero yo.
Aunque te hayan derrotado miles de veces, te hayan sacado hasta tu último esfuerzo, tu mínima pizca dignidad, nunca podrán sacarte quien realmente sos. Como dice la canción de Katy Perry, la cual me inspiró para escribir esto "Esta es la parte de mi que nunca te llevarás lejos de mí". Pueden haberte arrancado el corazón, pero tu pasado, tu presente, tu futuro y tu verdadera identidad, no.
¡Que no decaiga! A todos nos traicionaron, nos lastimaron varias veces, pero eso nos hizo más fuertes. Nunca van a poder sacarnos nuestro yo interno ♥.