No todos los días nos sentimos igual. Vivimos cambiando constantemente, descubriendo cada vez un poco más de nosotros y los demás.
Hay días en los que estamos completamente bien, riéndonos de cualquier tontería, molestando a la gente solo para verla reír, cantando de acá para allá, y sintiéndonos los más afortunados del Universo. Pero otros días, no todo es color de rosa, nos sentimos mal, queremos estar solos y ponernos a pensar, y detestamos a todo ser que nos hable. ¡Y está bien! Es algo normal en las personas. No podemos tener siempre el mismo estado de ánimo, porque no todos los días son iguales.
Cada día nos despertamos diferentes. Cada día crecemos un poco más. Maduramos, ¿saben? Pensamos diferente, recapacitamos y tratamos de arreglar nuestros errores. Tal vez algunos lo hagan antes que otros, pero aunque quieran negarlo con la frase de "yo no maduro, eso es cosa de frutas", tarde o temprano, van a madurar.
Ya les dije, todos crecemos, todos cambiamos, es algo inevitable. Pero ojo, tampoco es malo. Cambiar y crecer son cosas buenas también... es difícil, pero pasa.