"Siento que mil posibilidades nacen en mí. Soy ingeniosa, soy alegre, soy lánguida, soy melancólica, sucesivamente. Tengo raíces, pero floto." Virginia Woolf.
Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: ¿Soy sincero conmigo mismo?
People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.

- Srta. Mími
- Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.
Dead Poets Society
El jueves 25 tuvimos la posibilidad de disfrutar una película encantadora en el colegio. Se llamaba "La sociedad de los poetas muertos". No creo que haga falta decir que, en cuanto mi profesora me dijo el título, yo quedé encantada, maravillada, con una sonrisa en el rostro y los ojos brillosos. Mientras tanto, los demás reían, comían, escuchaban música y charlaban, buscando el lugar perfecto para sentarse y verlo todo.
No sé si ustedes, mis queridos lectores, hayan visto la película. Si lo hicieron y tienen este alma distinta, incomprensible, indomable, seguramente sepan entenderme. Y, si no la han visto, véanla. No se arrepentirán, créanme.
Volviendo al tema, confieso: si me quedé expectante con solo oír el nombre, ¡imagínense cómo habré quedado desde el principio hasta el fin!
El corazón me latía a mil por hora. Mi cabeza asentía, inconsciente, a cada palabra que el Sr. Keating decía. Los ojos se me llenaban de brillo, inspiración, emoción cada vez que avanzábamos un poco más en la película.
Llegó la pausa. Todos agarramos nuestras mochilas y nos dirigimos hacia afuera. Algunos gritaban, otros reían. La mayoría corría desesperadamente para ir a comer, o para llegar primero que todos al salón. Yo, permanecía callada, caminando tranquila, respirando hondo, profundo. En cuanto llegué y hube posado mis cosas en el escritorio, automáticamente saqué mi cuaderno. Comencé a escribir y no paré en todo el día.
Cuando pudimos continuar con la película, yo ya la miraba con mi cuaderno en mi regazo. Anotaba las frases inspiradoras rápido y con cautela. No quería que nadie se percatara de que la escritora estaba ya escribiendo. De todos modos, indudablemente, todos se dieron cuenta en cuanto saqué el cuaderno blanco y la pluma azul, que la película relataba mi alma, me dejaba desnuda y débil, frágil, y yo no podía hacer nada para ocultarlo.
Terminó el horario escolar. Muchos se olvidaron de la película en cuanto salieron del colegio. Otros ni siquiera le prestaron atención. Algunos solo veían a los personajes, sin detenerse en tratar de descifrar el mensaje que éstos les estaban dando. Yo no me olvidé de absolutamente nada. Todo quedó en mí, tal como quedan los recuerdos, los momentos y experiencias que en mi tiempo ya he vivido. Lo guardé todo en mi memoria, en mi alma; lo aprisioné y no lo dejaré ir. Lo siento, lo vivo, lo sufro como si de mi propia vida se tratase. Como era de esperar, mi alma de poeta indomable intimó una vez más con los suyos.
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