
Hoy no fui a cursar. Durante la madrugada me levanté para ir al baño y me vi en el espejo. Tenía los ojos hinchados, un poco rojos, y sentía la nariz tapada. Estaba despeinada, sudorosa, y algo rota. No sé, sentía que si me quedaba en la cama unas horas más las cosas se iban a arreglar solas como por arte de magia. Pero no pasó eso. Simplemente ocurrió lo de siempre: Me levanté tarde y los problemas seguían ahí, mirándome. Tenía papelitos de colores pegados en todas las paredes recordándome las frases que me moría por no escuchar, por no leer. "Ya fue", pensé y me puse a hacer otra cosa. Miles de cosas que me distraigan de la soledad de siempre. Actividades tapa bache para no acordarme de que no tengo amigos, de que no tengo pareja, y de que todo me dura lo mismo que nada. Detesto ser siempre el último orejón del tarro, el que eligen cuando las opciones viables ya no funcionan. Y cada vez sirvo para menos. Antes era el Plan B y ahora con suerte llego a ser el C. Nada viene bien, ni para ellxs ni para mi. No sé, simplemente ya no quiero jugar más. Me cansé de perder en un juego sin instrucciones.
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