Te quiero. Y no estoy borracha.
Te extraño, y no te miento. Muero por beber algo, pero te vas a enojar conmigo. Me vas a decir irresponsable, alcohólica (sutilmente, no con la dureza de esa palabra, solo para no hacerme daño) y me vas a mandar a la cama para que no vomite o siga tomando. Me gustaría volver a dormir con vos, simplemente para moverme entredormida y sentir tus caricias y tus cuidados. Porque la otra vez me cuidaste. Yo daba vueltas entre las sábanas y vos me cuidaste. Si me destapaba, me tapabas, y si se me corría la almohada y me encontraba incómoda, de repente podía sentir cómo la acomodabas para que volviera a dormir bien. A veces me despertaba a medias y me besabas. A veces me despertaba por completo y sentía tu abrazo. Era una sensación dulce, cálida, casi de ensueño, casi del pasado, casi del recuerdo que a veces es olvido.
Me quería levantar (tenía cosas que hacer) pero los minutos pasaban y yo no podía moverme. No, sí que podía. Pero no quería. ¿Quién sabe cuándo iba a tener esa oportunidad otra vez? ¿Quién sabe cuándo volverías a quererme? Así que continué procrastinando y me quedé. Me acuerdo y te quiero, te extraño, y no me quiero poner a llorar porque no da y seguir mendigándote cariño me hace sentir cada vez más patética. Y eso que todavía estoy sobria. Todo un día libre de ebriedad y así y todo ya te mensajeé más de mil veces. Me esquivaste. Alevosamente me esquivaste, y yo ya no sé qué hacer. Perdí la cabeza, pero no por amor como te dije que quería. La perdí porque no sé y ya no la puedo encontrar. Te quiero, te extraño, dame más. Quereme, no me olvides. Volvé por mí. ¿Cuándo vas a volver por mí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario