People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
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Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

"Joven, salvaje, libre". Tres palabras que parecen ser un gran deseo en conjunto. Juventud, palabra siempre asociada a la vitalidad. Salvajismo, automáticamente se relaciona al sexo, así que, no hay nada más que aclarar. Libertad. ¡Qué hermosa palabra "libertad"! ¿Qué se sentirá ser libre, casi por completo? ¿Qué se sentirá poseer el dichoso jugo de la libertad por un largo plazo? Siempre tuve libertad, pero ese preciado jugo, pareciera que me lo dan de a gotas. Gotas que cada vez son más pequeñas. Gotas que parecen que las tomara de un solo sorbo, sin siquiera tomarme el trabajo de saborearlas. Todo se me va de una manera tan fugaz... ni siquiera puedo detenerme a pensar, a cuestionar, a dudar. 
¡Cómo me gustaría probar ese preciado jugo de la libertad aunque sea por un par de horas más!

Se me enseñó que sin esfuerzo, no hay nada. Se me enseñó que si no hay valor, no hay esperanza. Se me enseñó que la actitud es más fuerte que la habilidad. Se me enseñó, intencionalmente, a soñar. Se me enseñó a insistir, a perdonar. Se me enseñó a crecer, a jugar. Se me enseñó a callar, a respetar. Se me enseñó a caer, y a no dejar de volar. Se me enseñaron muchas cosas, pero también hay otras, que las aprendí sola. 
Sola me di cuenta que el que no arriesga, no gana. Que todos tenemos las mismas posibilidades que el otro. Que no todo está perdido si te caíste un poco más abajo. Sola me di cuenta que no siempre tengo la razón. Que no todo es lo que parece, que no todos tienen corazón. Sola me di cuenta que yo no soy menos, que tal vez sea un poco más. Sola me di cuenta, que ella no es más, pero tampoco menos. Sola me di cuenta, que yo soy yo, con mis dudas, con mis reproches. Con mis tonterías, con mis malas noches. Yo soy yo, con mis defectos, con mis virtudes. Con mis batallas ganadas, con mis guerras perdidas. Yo soy yo, así como me ves, mi vida... 

Salir del encierro

Nuevamente esta imagen. Soledad. Encierro. Temor. Dudas. Arrepentimiento. "Salir del encierro, eso es lo que quiero", y los vidrios de sus ojos estallaron, dejando al mar hecho de lluvia, salir a jugar un rato. ¿Qué nos pasa cuando estamos completamente solos? ¿Por qué le tememos a la soledad? ¿Será porque le tememos a nuestra propia persona? No queremos de ninguna manera estar solos, encontrarnos cara a cara con quien fuimos y quien somos. No queremos repasar el mapa, no queremos mirar por aquella ventana a la cual ya miramos, no queremos vivir el ahora, ni tampoco pensar en el antes o el después. Queremos salir, mirar, correr, gritar. Contactarnos con aquellos, respirar un poco, subir la vista y ver el cielo. Queremos dejar de estar encerrados en la misma casa con nuestro propio yo, el televisor y el perro, con quien un día me llevo mal, otro día me llevo bien. Queremos volver a sentirnos útiles, queremos volver a sentirnos queridos, comprendidos. No queremos soledad, queremos compañerismo. 
Volver... ¡qué lindo sería volver! Aquellos tiempos de compañera fiel se van destiñendo, se van borrando, se van yendo. Lo veo en él, lo leo en el papel, ese que seguro escribió entre sollozos y luego lanzó al tacho, sin más remedio alguno que dejarlo caer. Y es que no es su culpa, ni siquiera la culpa de la vejez. Es el encierro, que todo lo mata, que todo lo deteriora. Es el encierro, ese que te hace pensar, un día te sonríe y otro te ignora. Es el encierro, ese encierro maldito, que al principio soportábamos, pero ahora no lo podemos ni mirar...
Lo detesto. Detesto esa facilidad natural que tenes para sacarme una sonrisa a pesar de que esté con el mal humor hasta el piso. Detesto que con esa mirada penetrante me des vueltas y vueltas hasta que mi mundo quede completamente de cabeza. Detesto que te des cuenta de que si me pedís la luna, te la doy. De que si me pedís que mate, mato. De que si me pedís que me muera, me muero. De que si me pedís que llore, lloro. De que si me pedís que ría, río. De que si me pedís lo imposible, hago todo lo que esté a mi alcance y más para volverlo posible. Detesto que, así como me sacaste la sonrisa, me saques con la misma facilidad, mares y mares de lágrimas. Nunca lo hiciste, pero se que tenes el poder para hacerlo.
Detesto que me detestes, como también detesto detestarte. Detesto simplemente, ese poder que tenes sobre mi. Ese poder que me encanta, que a veces me mata, pero es tan dulce y delicado que me hace querer más y más...


Mil gracias, miles y millones de gracias por esto. Se nota que le ponen toda la onda, la buena voluntad y el mayor esfuerzo de todos para seguir adelante. Pero sobre todo se nota que aman todas y cada una de las cosas que hacen. Es inexplicable esto que se siente al prestarle atención a cada una de las letras, melodías, estribillos. Te identificás, te emocionás, te enamorás. Esta música te lleva. Para atrás, para el ahora, tal vez para adelante. Sea como sea, te dejas llevar en esta marea de sensaciones maravillosas que no se pueden describir, descifrar, explicar. 
Al verlo ahí, en vidriera, con precio y todo, junto con la palabra "Novedad", hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas automáticamente. Tuve que quedarme un rato ahí, haciendo nada más ni nada menos que observarlo. Me costaba, y me cuesta creer que ya estaba, que ahora lo tengo, que suena en todos lados: en mi mente, en mi corazón, en mi reproductor, y también mi celular. 
Con la remera bien puesta y la emoción a flor de piel, lo pedí, lo pagué y lo compré.
Nuevamente, tengo que repetir que no tienen ni la menor idea de lo que me causan. Ellos no saben lo que son para mi. 
Ahora, con garganta congestionada y nariz tapada, canto de todos modos, con grandes sentimientos y ojos cerrados, para ellos, que están por ahí, y para aquél que está en el cielo. Una vez más, muchísimas gracias, No Te Va Gustar

Narices perfumadas


Tiempo sin roces de piel, sin besos después de aprietos, sin nada que hacer. Sin ojos bien de cerca, sin risas en su ausencia, sin ruidos de maderas. Sin narices perfumadas, sin sonrisas con vergüenza, sin manos frías que se volvían tibias. Sin respiraciones de descanso, sin la adrenalina del "quizás volverá", sin esos movimientos en contra de lo dicho y a favor de lo prohibido. Tiempo, mucho tiempo, sin que mis mañanas tengan ese sabor tuyo en vez de el del café.

Silencio. Amado y profundo silencio. Contemplarlo, adorarlo, quererlo, amarlo. Disfrutarlo. Disfrutar más que todo lo anterior, ese preciso momento en el que todo se aquieta, en el que nada parece interrumpir, excepto las respiraciones. Contemplar en cada instante, el dulce sonido de lo que no produce nada. Reproducir, solo en la mente, aquella música, aquella canción que refleja perfectamente el momento que se está experimentando. Visualizar como todo está en perfecta armonía, como todo está en perfecto equilibrio. Sentir como el silencio se apodera de los cuerpos hasta tal punto en el que no existe nada más alrededor. Respirar, tocar, sentir, mirar, pero nunca hablar. Podría estar horas así, simplemente, disfrutando el silencio...

Su perfume...

Cambiarse. Acostarse. Mirar la televisión con la cabeza sobre la almohada, sabiendo que no tenes ni una mínima gota de sueño. Pensar. Más bien, pensarte. Dar vueltas en la cama, e imaginar algo de arte. Inventar algún que otro susurro, idear alguna película, contar una absurda historia que quizás nunca vea la luz del día. Abrazar, extrañar, bostezar. Sonreír, querer, mirar. Hacer las mil y una, y no conseguir nada, ni siquiera cerrar los ojos por un mínimo instante. Inspiración, canciones, amoríos y pasiones. Todo eso y mucho más, en una simple noche de desvelo. ¡Todo sea por su perfume! ... 

Simplemente yo...

Si fuera de las que piensan, sería menos honesta. Si fuera de las débiles, me mostraría llorando a cada instante. Si fuera de las bellas, me contemplaría al espejo más a menudo. Si fuera de las que no poseen pasiones, no sentiría ese cosquilleo casi automático cada vez que voy a expresarle al público mis ideas. Si fuera de las sin vergüenza completa, haría todo lo que pasa por mi cabeza. Si fuera de las egoístas, haría caso a los consejos que me dieron aquellos hombres la otra vez. Si fuera de las tímidas, no estaría escribiéndoles. Si fuera de las valientes, les cantaría lo mejor de mi vida. Si fuera de las comunes, de las normales, de las cotidianas, no sería simplemente, yo.