People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
Mi foto
Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

Confusiones múltiples

No quiero que vengas a sumergirte en mi presente. He estado batiendo el récord, mi récord, ese en el que paso mucho tiempo sin beber, sin estar triste, sin recordarte con las ansias (y la esperanza eterna) de que vuelvas. Pero ahora, justo ahora, que estoy empezando a ver las cosas de otra manera, con otro color y desde otra perspectiva, me asaltás. Me tomas por sorpresa, apareciéndote de la nada en mi memoria, como si el tiempo no hubiese pasado, como si siguiera en el mismo lugar exacto que hace casi dos años, como si todavía esperara cruzarte en el camino a casa. Yo lo sé, por supuesto que ya lo sé. Sé que no estás más, que no me querés ver, que no me querés besar, que ni siquiera se te cruza por la cabeza el hecho de hablarme para preguntarme cómo estoy. Y creeme, incluso llegué a pensar que todo esto ya había terminado, que había pasado la página, que todo sería distinto esta vez en esta nueva oportunidad. Pero no puedo. No puedo dejar de pasar la página pero en el sentido inverso, para seguir releyendo y releyendo un libro que ya tuvo su capítulo final. Porque cuando todo empieza a ponerse raro, extraño, no tan rosa, quizás un poco complicado, sigo buscándote a vos, a tu abrazo, a tus ojos grandes, esos que ahora al recordarlos en mi mente hace que ponga una expresión como si me estuvieran clavando un puñal en el pecho. Porque vos sos mi constante. La historia que tuvimos, esa que terminó hace ya bastante tiempo pero a la que sigo aferrada con uñas y dientes pese a todo, es el lugar al que siempre vuelvo, pase lo que pase. Estoy atada con un hilo invisible a esas épocas, a esos besos, a esas palabras (las dulces y las hirientes) a esa sensación de complicidad, amistad, sensualidad, compañía. Con vos no tenía miedo, con vos no tenía vergüenza. Con vos no me sentía sola. Con vos podía ser yo, podía ser todas, podía ser ninguna. Con vos me comía el mundo y todo estaba bien porque vos me cuidabas. Ahora que me doy cuenta de eso no quiero hacer más que dejar todo y salir corriendo así como estoy, en pijama y sin maquillaje, hasta la puerta de tu casa, solo para buscarte y (seguramente, muy probablemente, más que posiblemente) llevarme una enorme decepción.
 Me doy cuenta de la intencionalidad de mis actos y no quiero otra cosa que retroceder y quedarme en mí misma. ¿Cuándo dejaré de ser tan estúpida? Vos fuiste la única persona (además de mi persona favorita en el mundo, pero eso ya lo sabés) que hizo sentirme especial. Y ahora, que todo terminó, que ya nada existe, ando vagando por el mundo intentando volver a sentirme así, de esa forma precisamente. Pero es todo tan difícil. Porque todo es tan efímero, tan líquido, tan intermitente que me resulta prácticamente imposible hacerlo perdurar en el tiempo en una línea continua y constante como para hacerme olvidar que no soy más que otra persona entre miles y millones con nada que me haga particularmente única y especial. Quiero ir ahí otra vez. Porque ya mismo estoy considerando revisar cuánta reserva me queda de aquel alcohol que me está esperando agazapado, escondido, en la repisa del olvido y la memoria.
 "Vení, salvame", escribo en la carta dirigida a nadie, o a cualquiera que esté dispuesto a leerla, a leerme, del derecho, del revés, entre líneas.

Give it time

Me están pasando un montón de cosas buenas y, sin embargo, hay algo dentro de mí que me dice que haga algo para cagarlo todo. Y casi como treta del destino (o quizás, arte de magia), me escribe que le gusto y yo sonrío como tonta otra vez. Solo eso escribió "Me gustas", y solo eso bastó para que se me mueva toda la estantería. Pero, ¿qué te pasa, Melina? Te estás volviendo una boluda.
Cierro los ojos y recuerdo sus manos en mi cara. Desearía que pudiera tocarme ahora, justo cuando estoy pensando en que más temprano que tarde, voy a arruinarlo todo. "Tenes un imán para decir lo que hay que decir cuando hay que decirlo", le escribí y sentí que era precisamente lo que estaba pensando y sintiendo.
Pero igualmente, no puedo. Siento que no me sale. No me sale permitirme ser feliz, ni tampoco escribir sobre cómo me siento siéndolo. Es como si no supiera hacer otra cosa que estar triste y escribir sobre ello. Y pienso que quizás sea el miedo. El miedo a ser feliz y que se termine, a que me enamore en serio y me deje, a escribir algo realmente bonito y se arruine. "Puede que no duela ahora, pero va a doler pronto", canta Alex Turner y creo que es una advertencia para que me cuide, para que esté atenta, para que no caiga como una estúpida otra vez solo para quedarme sola y destruída al final. "Dale tiempo", entona Fiona y ya no sé cómo sentirme respecto a mí misma y a mi propia vida, solo porque todo el mundo me aconseja de distinta forma. Anteriormente escribí que no sabía para dónde correr y llegué a la conclusión de que, quizás, esta vez no se trate de correr sino de quedarse. Permanecer. Quedarse. Estar. Hace rato que no sé lo que eso significa y quizás sea por eso que no sé cómo sobrellevarlo a todo esto que me pasa. Mañana nos vemos, voy a leerte, vas a leerme (más bien, a escucharme, porque prometí estúpidamente leerme en voz alta) y nunca me sentí más contenta por abrir nuevamente y de verdad mi corazón. Siento que puedo ser yo, que puedo ir dejando caer la coraza, muy poco a poco, más que lentamente, pero al menos el hecho de que esté dejando que se vaya es un progreso.
"Te quiero, me gustas, quiero que me beses dulcemente y me pases tus manos suaves y grandes por la cara". Porque la caricia es algo que incomprendí por muchísimo tiempo y que, ahora que la tengo, no lo puedo creer y quiero que se quede para siempre. "Nada es eterno, ¿sabes?", me escribiste antes. Y yo ya lo sé, pero no me importa, y estoy dispuesta a disfrutarte aunque mañana puede que yo ya no esté o vos te vayas. Quiero dejar de contar los días para empezar a vivirlos.

Corazón elástico


Hoy abrí la caja otra vez. Necesitaba un poco de inspiración para mi gran obra maestra que aún estoy creando, y decidí ir a buscarte al único lugar donde sé que siempre vas a estar: La puertita alta del armario, dentro de una caja blanca con manchas rojas. Y te encontré, nos encontré a nosotros, pero no me dolió. Hoy abrí la caja y no me dolió. Pensé que debía ser una broma, un chiste cruel que me hacía la cabeza, por lo que decidí revolverlo todo, hasta bien el fondo, pasando por toda una línea de tiempo de lo que construímos juntos (y ya se acabó) Y nada pasó. Seguía mirando las cosas, recordando aquellos momentos, pero nada pasó adentro. Creo que incluso sonreí por algunos chistes entre notas que nos pasábamos en las clases. Pero nada más. Admito que sentí que lo miraba todo con una coraza puesta, como si lo estuviera viendo a través de un vidrio grueso, que me dejaba ver pero no olerlo, tocarlo, estar ahí de verdad. Pero, así y todo, incluso ahora que ya he vuelto a dejar todo donde y como estaba, sigo sin sentir nada, exceptuando una sensación rara en el pecho que se parece a una presión pero que no me agobia como las que siempre siento. Porque puedo respirar, puedo tragar bien, y no estoy llorando. Miro el día en el calendario. Día y hora exactas. Hoy es cinco de abril del 2017 y son las 18:08 de la tarde. Mañana es seis, el día de nuestros cumplemeses, y tampoco lo percibo como una carga emocional. ¿Será que tendré que recordar esta fecha como el día en que dejé de llorarte?
Hace un rato, cuando me emocioné por la escritura, recordé que hacía bastante que no lloraba. E incluso emocionada no he sido capaz de llorar realmente. Al contrario, estuve riendo bastante, mucho más de lo que he estado bajoneada. Las risas y las mariposas en el estómago superan en número a los momentos de vacío emocional y existencial y me siento rara, como si esta no fuera mi vida y yo no tuviera derecho a ser feliz. Me va a costar volver a acostumbrarme a tener más días de calor (y color) que de frío (y pálidas) También me va a costar horrores volver a confiar, a sentirme confiada, a sacarme la coraza y mostrarme entera. ¿Valdrá realmente la pena intentarlo? A veces creo que no y me encuentro, nuevamente y de repente, por inercia, hecha una bolita en la cama de nuevo, volviendo a mi caparazón solitario. Pero después, en momentos como este, me recuerdo que vos no me rompiste, no del todo, y que todavía sigo luchando para encontrar la paz.