People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
Mi foto
Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

Deseo de independencia. Éso se llama lo que padece mi cabeza en estos instantes. Independencia de tus palabras, de tus caricias, de tus besos. Independencia de tu presencia, de tus cálidos abrazos, de los recuerdos míos que son más bien tuyos. Necesito ser yo misma sin que estés caminando a mi lado, porque me pierdo cuando no estás, no sé quién soy ni siquiera a dónde voy. Las camperas dentro de mi armario parecen fantasmas, la oscuridad se llena de mitos y las sombras simulan monstruos de la infancia. Me convierto en mi peor enemiga, me desprecio, me confundo, me acuesto y me despierto; a veces ni siquiera duermo. Me creo más bonita con maquillaje y pienso que soy más interesante diciendo mentiras. Siento que no es el mundo el que está de cabeza, sino que el problema es conmigo. Me vuelvo floja, débil, expuesta a enfermedades contagiosas que no causan daños físicos, pero que dañan el alma como ninguna otra cosa. Toda la confianza que poseía en mí misma, de repente se desvanece sin dejar rastro. El aire parece no ser suficiente para mis pulmones. Las palabras no me alcanzan para expresarme. El canto ya no suena de igual manera. El suelo que piso se me mueve sin explicaciones ni motivos.
Expresándome de la manera correcta, digo que todo es diferente, todo se transforma, todo se vuelve de un tono desagradable y confuso, cuando no te veo a mi costado.

NOTA: Quiero que te vayas, pero prefiero que te quedes. Prefiero no independizarme nunca y seguir contagiándome, empapándome de tu vida que se mezcla con la mía. Prefiero morir en tu partida mientras ésta sea lejana, antes de llorar cuando ésta ni siquiera es temprana.

Siempre me sentí como un "bicho raro", pero últimamente siento que esa sensación se agrava cada vez más. Enloquezco, lloro, grito, me enojo y pataleo por cosas que quizás no tengan solución. Y lo peor es que soy consciente de ello, pero aún así, sigo emperrándome en intentar una vez más. Soy una caprichosa, ¿qué quieren que les diga? Siempre fue así y siempre lo será. Una vez que se me mete algo en la cabeza, es muy difícil que se me salga así como así. Sin embargo, este último tiempo, me siento como si estuviera remando en un pote de dulce de leche. Uno macizo, seco, del que no se puede salir nunca. Y remo, y remo, y remo, porque sé que lo último que se pierde, es la esperanza. Pero, soy un ser humano, y como todos me canso de tanto luchar y luchar sin ver resultados positivos. Obviamente, la primer pregunta que se me plantea en la cabeza es "¿por qué a mi?". Mis deseos son pura y exclusivamente cosas sencillas, no pido ser millonaria y tener la belleza de Marilyn Monroe ni nada por el estilo. Si son cosas fáciles, cotidianas, cosas que todo el mundo puede realizar sin ningún problema, ¿por qué estos deseos no se me conceden? Es triste ver que todos lo logran y yo no. Es como cuando en una maratón todos corren a velocidades inimaginables mientras vos, débil con tus piernitas flacuchas, das todo de vos misma y de todas maneras, llegas última. ¿Saben qué es lo que se siente? Decepción, frustración, enojo. Y todo eso, lleva a tristeza, y la tristeza te lleva al llanto. Y ahí es cuando la gente que te quiere te consuela, lo que te reconforta, pero a la vez te hace sentir como una carga pesada que obligatoriamente ellos tienen que cargar. Difícil, ¿no?
Creo que esta vez no me queda otra que bajar los brazos y decir "basta". Muchos dirán que no intenté lo suficiente, pero no me importa. Yo conozco mis límites -o eso creo- y no quiero seguir más; por lo menos por ahora.

Catarsis



Esperé toda la mañana para esto. No veía la hora de llegar, sentarme y ponerme a escribir. Hoy vengo con muchísimas ganas (y necesidad, sobre todo) de hacer catarsis.
Para empezar, siento que todos me detestan. A todos les caigo mal, todos son "mejores que yo", todos merecen más atención que yo. Pero al mismo tiempo, sé y soy consciente, que soy muchísimo mejor que todos. Ellos son sumamente forros, imbéciles, inmaduros, falsos. Mientras que yo soy bastante capaz e inteligente, y quizás algo madura. [¿Debería sentirme mal por estar bardeándolos y creerme que soy lo mejor?]
De todas formas, la gente siempre se va con quienes no merecen su atención. ¿Será que los pelotudos van a agruparse con los pelotudos? No lo sé. La cuestión es que "x" persona le da toda la atención a "x" grupo de idiotas, quienes le faltan el respeto, no lo toman en serio y lo bardean en cuanto se da la vuelta, en vez de prestarme atención a mí, quien jamás le falta el respeto, lo trata como debería tratarsele y está interesadísima en el tema sobre el cual se está hablando.

Otras cosas: ¿por qué cuando uno está medianamente mal y/o enojado, todo el mundo parece volvérsele en su contra? ¿Por qué cuando uno anda medianamente feliz o con buen estado de ánimo, vienen las pendejas con sus pendejadas y nos cagan el día? ¿POR QUÉ LAS ZORRAS NO ENTIENDEN QUE EL NOVIO DE UNA ES DE UNA Y DE NADIE MÁS? ¿Por qué la gente tiene que crecer y volverse idiota? ¿Por qué siempre me retan a mí cuando no tengo nada que ver o cuando tengo la razón?

Otro tema: no puedo soportar que hablen de política en la escuela. Es decir, no soy de ningún partido; es más, creo que soy lo más anarquista que hay después de Bakunin, pero detesto tanto esas conversaciones en las que se emocionan hasta las lágrimas solo porque le tocaron la oreja a Cristina. Y más me enoja aún, que las personas sean lo más cercano a la perfección, pero que la caguen diciendo que son peronistas, kirchneristas, lo que sea. O sea, sos artista, inteligente, de ojos lindos, sonrisa medianamente pasable, carácter fuerte pero interesante, tenes una especie de bondad, y sos partidario de... Y ahí, automáticamente la cagaste.

Punto y aparte: Yo, la flaca de 1.47, tengo que soportarte enojada, llorando hasta que se te caigan los mocos, puteando a todo el universo y más, sonriendo hasta que se te salen los dientes de la mismísima boca, etc etc. Pero... ¿QUIÉN CARAJO ME SOPORTA A MI? Yo tengo que entenderlo absolutamente todo, comprender y callar, sin decir ni una mísera palabra; y cuando yo estoy mal, enojada, triste, lo que fuere, ¿quién está ahí para mi? Detesto tener que callar cuando escuché demasiado. 
Cambiando de tema, hoy me dijeron que odio a demasiada gente, que no puedo vivir así. Quiero que sepan que en cuanto me dijeron eso, me calenté y agregué a la persona a la lista de odiados, que se hace cada vez más y más extensa.


Sal con un músico, por Josephine Olive


Sal con un músico. Ese chico que mientras camina de tu mano se detiene de repente frente a una vidriera a contemplar una guitarra.
Sal con un músico; un chico que lleva consigo una lista de bandas o canciones que le recomendaron que escuchara.
Encuentra a un músico. Sabrás que lo es porque siempre saca la música como primer tema de conversación.
Él es aquel que reconoce cualquier canción con solo oír la primera nota, el que detrás de cada canción, esconde una historia. ¿Ves a ese chico que observa la ventana como si estuviese perdido? Él es el músico, recordando las emociones que le produce su banda favorita. Él es el que se desvela escuchando canciones tristes pero que, en el fondo le hacen bien.
Cuando lo encuentres, siéntate a su lado. Hazle saber lo que opinas de la música actual y coméntale algo sobre la música de antes.
Pregúntale si entiende las canciones de Spinetta. Es muy probable que te diga que no si es muy joven todavía.
No es fácil salir con un músico. Puedes pasar horas discutiendo sobre el verdadero significado de las canciones de su grupo favorito, o puede que cancele su cita por tener que ensayar con su banda. Sin embargo, no es tan complicado complacer sus necesidades. Para Navidad, puedes regalarle aquel disco de rock alternativo que él tanto quería. Para su cumpleaños, sorpréndelo con una remera de su banda preferida. Para el día de San Valentín, dedícale una canción que signifique algo para ustedes. Y para su aniversario, consíguele entradas para ver un concierto en la playa.
Un músico nunca se cansará de buscar nueva música. Pero si es un músico de verdad, jamás se dejará llevar por canciones simples, vacías, pegadizas y comerciales. Él siempre buscará cosas que le hagan poner la piel de gallina, que le aceleren el corazón y le retuerzan las entrañas.
Te propondrá matrimonio mientras te toca una canción de su autoría con su propia guitarra, ésa para la que ahorró por unos cuantos meses.
Tendrán hijos con nombres de extraños significados.
Su primer juguete será una guitarra de plástico con botones que emiten música al presionarlos, y cuando sean más grandes, obtendrán como regalo de cumpleaños un micrófono a baterías.
Él les presentará a tus hijos a Eddie Vedder y a John Frusciante el mismo día, dejándolos decidir entre el hard rock y el funk rock por ellos mismos. Más tarde, les pondrá un disco de Mozart para dormir.
Sal con un músico, si lo que buscas es un verdadero soundtrack para tu vida aburrida de película.
Sal con un músico de pies a cabeza y te aseguro que no lo olvidarás nunca. 
No suelo escribir cosas tan personales como cartas de cumpleaños, tarjetas de aniversario o cosas por el estilo, de manera tan directa en mi blog. Siempre que lo hice lo redacté de una manera sutil, indirectamente, sin necesidad de poner un título con letra grande que diga "¡Feliz cumpleaños!" o "¡Felicidades por tu nuevo bebé!". Pero hoy (y seguro que dentro de unos días también) voy a hacer una excepción a la regla (Dios, la palabra "regla" me suena a menstruación. Perdón, tenía que decirlo). Va a sonar sumamente cursi, y hasta algunos crean que es innecesario, pero ayer, se cumplió un año y medio desde que estás a mi lado. Dieciocho meses de juegos, de risas, de gritos, de reflexión profunda, de alguna que otra lágrima, o pelea, o rabieta. Dieciocho largos meses que parecen muchísimo, que parecen muy poco, pero que, sea como sea, es un tiempo compartido del cual no me arrepiento de haber vivido ni de estar viviendo. Me complementas, me haces reír, me comprendes como nadie me había comprendido antes. Haces que mi corazón se acelere de manera nunca antes vista y/o sentida cuando te veo, cuando te acercas, cuando llegas a mi, y también cuando me miras con esos ojos color marrón que puedo ver en todos lados, pero que poseen ese brillo que no sentí nunca y que no podría ver en ningún otro. Me escuchas, hasta cuando digo cosas sin sentido o cuando empiezo a criticar a quienes me hacen la existencia algo jodida. Te sentás, o caminás, con los oídos bien atentos a mis palabras que te explican cómo fue mi día, cómo estuve, cómo me siento. Me acompañas a todos lados. Para cuidarme, para disfrutar algo conmigo, o simplemente porque no te queda otra, ya que mi sentido de la orientación salió falladísimo desde mi nacimiento; sea como sea, lo haces siempre con una sonrisa en el rostro, el ánimo dispuesto a largas conversaciones con o sin sentido, y los pies listos para caminar mucho o poco, con o sin dirección puesta. Me mimas. Me mimas como si fuera alguien especial, la razón de algo importante. Y si, no me avergüenzo de decir que soy una consentida; o como dice mi mamá y mi abuela "¡estás como querés!". Y así es, estoy como quiero, pero porque vos me permitís estarlo. Me prestás tus cosas, me regalás otras, me complaces algún que otro antojo que se me viene en el momento, me soportás cuando sufro,cuando río demasiado,cuando me enojo con o sin motivo, cuando tengo miedo por cosas importantes o cosas sin sentido.
Sos mi compañero. Ésa es la palabra justa. [Compañerismo: vínculo establecido entre personas que se acompañan con un fin, formando un cuerpo, comunidad o grupo.] Este vínculo es un vínculo precioso que me gustaría que no se rompiera nunca. Es algo que se complementa casi a la perfección. Digo "casi", porque nada es perfecto. Ni siquiera las personas.
Estoy tan contenta, tan feliz por esto que nos está pasando. Me alegra verte todas las mañanas, reír con vos por tonterías, hablarnos sobre nuestros días. Creo que está de más decir que con solo verte se me ilumina la mirada. Me faltas un día, y es como si me faltara algo esencial, como el aire, o esa risa instantánea que no sabes de dónde proviene exactamente, pero que necesitas largarla porque te hace feliz sentir ese cosquilleo en la panza cuando reís a carcajadas. Quizás no sepa explicarme con las palabras precisas y los sentimientos exactos. Quizás no pueda decir a la perfección qué es y cómo es todo lo que estamos transitando. Quizás no pueda definirlo porque es amor, y el amor es así, extraño, confuso; está en todas partes pero al mismo tiempo no está en ningún lado. Se siente, pero a la vez no se está seguro de si es o no amor realmente. Si, ha de ser amor. ¿Qué otro significado puede atribuírsele a este episodio rebosante de intensidades que estamos viviendo? Emito, yo te amo. (Eso también está muy de más decirlo. Creo que es evidente, demasiado evidente.). ¡Feliz año y medio! ¡Por muchísimos más!

Estos últimos días mis células caliciformes estuvieron trabajando más que nunca. Me siento un hombre de las cavernas, sin salir de la cueva, rodeada de pañuelos que contienen sustancias viscosas. Rico, ¿no?
Dos días seguidos durmiendo sin parar. Adoro dormir, más que a mi vida, pero creo que estoy exagerando. Los medicamentos me producen una somnolencia de aquellas. Recién hace unos minutos pude por fin bañarme tranquila. El dolor de cabeza (por ahora) me abandonó, pero los pañuelos siguen estando en cualquier lado: en mis bolsillos, en mis manos, en mi cama, debajo de mi almohada, sobre mi mesa de luz.
Creo que nunca miré tanta televisión en mi vida. Durante dos días, fue todo lo que hice. Acostarme y mirar películas que ya vi, otras que quería ver hace rato, volver a ver episodios de mis series favoritas, pasear por los canales una y otra y otra vez.
No tenía ganas ni siquiera de estar sentada frente a la computadora. (Imagínense lo mal que debo sentirme entonces).  Los ojos se me cerraban sin importar en el lugar en donde estuviera.
Estoy en ese momento en el cual respirar como gente normal, sin que eso te cueste el mínimo esfuerzo, es el regalo más bello que te pueden dar.
Tengo que hacer varias cosas: completar tareas, empezar un trabajo práctico, rezar para mejorarme antes del sábado. Hoy hice el gran esfuerzo y limpié a fondo mi habitación. Y no morí en el intento, o al menos no por ahora. Ya, dejo de escribir porque se me caen los mocos. Solo quería que sepan que aún vivo, y que cuando mejore y mi cerebro deje de nadar en mucosidad, voy a volver a inspirarme y a escribir algo digno y decente. Mientras tanto, les dejo este relato desagradable de los últimos días.