People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
Mi foto
Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

Notas empapadas del pasado y escritas en el ahora

Como es de esperar, me asalta tu recuerdo. Ya no puedo mirar una puta película de mis favoritas sin verte, sin vernos reflejados en ella. Y siento una pelota, un nudo de angustia que no me deja respirar. Pero no me permito llorar. Ya no. Basta, nena. ¡Basta dije! Que ni se te ocurra. Respiro hondo para no pensarte más, para que no me duelas nunca más, para que este tiempo de luto que parece infinito se achique a unos instantes y ya. ¿Cuándo va a ser el día que me dejes de apretar el pecho? ¿Cuándo voy a soltar tu presencia imaginaria? ¿Cuándo voy a dejar de cerrar los ojos y recordarnos en las noches? Quiero que se termine ya. Si ya pasó, ya me fui y ya te fuiste, ¿por qué seguís acá? ¿Qué haces rondando, dando vueltas por mi cabeza y destrozándome el corazón a cada paso? Dejame tranquila. "Ya no existís", escribía hace meses atrás. Mentira. Existís, vivís, respirás. Estás presente en cada instante aunque sea tu ausencia la que me acompañe. No es justo. Hay días en los que siento que no hago más que avanzar. Y cuando me doy la vuelta, te veo atrás, lejos, muy lejos de mí y de mi sonrisa del día a día. Pero sin embargo hay otros en los que no hago más que llorarte, recordarte con pena y resignación. Y otra vez el nudo, ese maldito nudo que se me atora en la garganta y se me sube a los ojos para nublarme la vista. Ayer te hice una nota. Te la iba a dar hoy, pero estaba en plena emoción del momento y estaba siendo tan feliz sin siquiera esforzarme que de repente, todo el odio que había descargado en esos pocos renglones, se me olvidaron por completo. Y ahora quizás nunca te la de. Quizás vuelva a verte cuando me den mi preciado título y de ahí nunca más en la vida. Ojalá sea así. Ya no soporto tu presencia en mi día a día. Seguro que estas semanas me van a servir para intentar sanar de una vez por todas. Pero también es seguro que cuando vuelva a verte el día once de diciembre, se me desmorone el mundo y tenga ganas de abrazarte y besarte una última maldita vez. De nuevo el nudo. Escribo eso y vuelve el nudo y esa sensación de presión en el pecho me arruga la vida. Respiro profundamente, otra vez. Cierro los ojos de a instantes y me muerdo los labios para contenerme. Tengo que olvidarte. Tengo que olvidarnos. Quiero seguir. Quiero que esta tortura termine ya. No aguanto más. Quiero llorar, gritarte, preguntarte por qué, qué nos pasó, por qué nos odiamos tanto, qué nos hicimos, qué nos mató, por qué no revivimos; me seguís queriendo, te sigo extrañando, querés besarme, querés verme, pensás en mí, en nosotros cuando te vas a dormir, te viene mi recuerdo cuando besas a otra, tocas su piel y tus dedos me sienten aunque no sea mi desnudez la que rozan; tenes que tomar para dejar de llorar un poco, te duelen las canciones, te lastiman los libros, te torturan las escenas de ciertas películas. Te interrogaría hasta el infinito. ¿Vos también querés una última vez? ¿Cada tanto sentís que querés volver hacia atrás? ¿Te acordás cuando le poníamos nombres a los hijos que ahora jamás vamos a tener? ¿Vos también lloras cuando escribís? Ahora que lloro sin poder parar, me arde el pecho como hace tiempo no me ardía. Y la garganta se me cierra y respirar parece imposible. Un calor horrible me invade el cuerpo. Hoy me acostaba y trataba de amoldarme a tu cuerpo, como solía hacerlo cuando dormíamos la siesta. Y me rompía por dentro al darme cuenta que nadie me tocaba, que estaba sola y que nunca más se iban a repetir esas cosas. Y me dolés mucho, y nos extraño infinitamente. Y realmente no puedo más así, con esta intermitencia de mierda que me rompe en dos y me deja volada en pedazos que me cuesta un huevo volver a juntar y rearmar cada vez. Hoy quiero que vuelvas. Que dejes de lado todo y tengamos aunque sea una última vez, un adiós menos desgraciado y rencoroso que el que tuvimos realmente. Y que si lloro mientras hacemos el amor, me envuelvas con tu abrazo y me seques las lágrimas con esas manos que tanto me gustaban y hoy ya no me tocan ni por casualidad. Y que me beses los párpados y me digas que me vas a querer a pesar de todo. Y que me dejes dormir una vez más a tu lado, que te robe toda la sábana y vos hagas lo mismo, y sea una lucha tonta, inocente, que la seguimos inclusive sin estar despiertos. Hoy quiero que vuelvas, pero que vuelvas a ser vos, porque esta faceta tuya la verdad que no la reconozco. No sé a dónde estás, ni a dónde te fuiste. No sé dónde encontrar a mi Emito, ese apodo tan dulce que me apropié y repito entredormida. Y que cada vez que lo escribo, recuerdo, o pronuncio, me rompe el alma y me hace llorar más fuerte. Hoy extraño al que eras, no al que sos ahora. Me encantaría poner en repetición ciertos momentos y vivirlos volviendo a sentir todo tal cual lo había sentido. De hecho hay miles de cosas, de situaciones que se me pasan por alto. Vos te las acordarías a todas. Yo me acordaba de las cosas malas, porque tengo memoria para lo malo, según vos me decías. Y por eso me salvabas. Te acordabas con detalle todo lo bonito que habíamos vivido. Y yo, de todo lo horrendo que habíamos pasado. Y así era un complemento, el ying y el yang que nos recordaba que no somos tan perfectos pero tampoco tan desdichados. ¿Y ahora qué? La verdad que no lo sé. Estoy acá estancada, sin saber qué hacer, viviendo de lo que ya pasó, como hice hace tiempo atrás. Volviendo a ser la desgraciada de antes. Extrañando una vez más (y reitero) al que eras, no al que sos ahora.

Pase de la soledad al sol

Ya contaba con la experiencia previa de esa sensación que en mí se estaba gestando. Ya me parecía algo conocida esa situación de estar pero no, de estar observando, mirando, escuchando, intentando prestar atención pero al mismo tiempo perdiéndome en el universo infinito divagando, imaginando, pensando. Preguntas retóricas. Situaciones que jamás habían ocurrido. Nunca en la vida, y sin embargo ahí estaban, proyectándose en una pantalla inmensa dentro de mí, mientras mis ojos se posaban en aquella criatura que no había visto antes y ahora se sentaba frente a mí y me hablaba, me contaba, sonreía y sangraba, de tanta vida y tanto recuerdo. Y yo cada tanto volvía. Hacía un esfuerzo sobrehumano para volver a la realidad e intentaba incansablemente enfocarme en ella y solo en ella, pero parecía imposible. ¿Cómo mantener la mirada en el mundo del acontecimiento real si lo que yo deseaba verdaderamente se proyectaba en un plano completamente imaginario? Sacudía la cabeza para despejarme y asentía al relato respetuosamente, algo avergonzada por no poder mantener el hilo de una conversación.
Ahora en mi cabeza, en mi propio recuerdo, la película avanza velozmente. Y de un momento salta a otro, de una risa pasa a un relato nostálgico y viceversa. Y aunque todos esos sucesos fueron iguales de importantes que todo lo que ocurrió después, mi mente no hace otra cosa que no sea enfocarse en ese preciso instante en el que intenté pararme y escuché un pedido en tu voz que había estado esperando toda la vida. Y sonreí como si hubiera acontecido un milagro, giré la cabeza hacia vos (aún con la sonrisa impregnada en el rostro, imposible de quitar) y no dudé. No arrugé en ningún segundo, ni siquiera mientras tenía en mis manos el tesoro de tus mejillas frío/calientes. No pensé. Una vez más, fui puro instinto, puro desliz, pura pureza (valga la redundancia) del instante. Pero esta vez, como siempre, fue diferente. Porque cada momento es único e irrepetible, como todos nosotros, y esa es una de las cosas más bellas y misteriosas del universo que nos rodea,que nos conforma, que nos hace y deshace a su regalada gana.
Y aunque parezca patético y suene gracioso, aún tengo grabada en la memoria mi cara sonriente, las mejillas coloradas como una nena y el recuerdo latente en los labios. De hecho, vi mi propio reflejo en el bondi yendo a casa, y sonreí aún más, incrédula, sorprendida de mí misma y de la eterna inocencia del ser humano.
También se me asoma al corazón el momento en que vi tus ojos abrirse ante mi, justo después de haberse cerrado para entregarme el mundo. Y naturalmente, no pude evitarlo y te elogié. Y apareció esa sonrisa y se hizo ese pequeño bache en las mejillas, ese que te queda tan bien cuando hablas y reís.
Y si, este escrito es sumamente cursi y extremadamente prematuro. Pero es necesario. Es verdaderamente necesario crear un recordatorio, por más ridículo que sea, de esos labios suaves al tacto, de esa lengua inquieta, esa mano paseando por mi pierna, ese choque entre dientes que no dolió nada, y ese brillo indescriptible, indescifrable y hermoso que tenía la luz de tus ojos cuando me mirabas bien de cerca.

(Aún recuerdo que me tembló tanto el cuerpo que me creí un pedazo de papel...)

Los días y el tiempo

Los días, en su gran mayoría, son todos maravillosamente espléndidos. Mi vida sigue, mi mundo gira y nada parece volver para atrás. Pero la intermitencia de mi vida, esa característica sobre la cual escribí hace unos días, me remite de repente hacia ese sube y baja de emociones y momentos. Y el día de mañana, la fecha en sí, está plagada de esas emociones y rebosa de recuerdos. Lo estuvo en el pasado y ahora, en este presente que no existe y que no es nada, todo va a rebalsar y las cosas van a quedar flotando en ese mar de situaciones vividas.
La otra noche justamente, me acordaba de una de aquellas pocas madrugadas que pasamos juntos en una cama improvisada. Una imagen dulce me vino a la mente y no pude evitar sonreír con cierta nostalgia. Pronuncié tu nombre en voz muy baja, casi para que ni yo misma pudiera oírlo, y me dormí con el recuerdo en el alma y tu apodo en los labios. A la mañana siguiente, ni me acordé del contexto en el cual cerré los ojos, y mi vida continuó sumida en esa nueva rutina que se me presentó de imprevisto. Sin embargo, son esas pequeñas cosas las que me hacen divagar en el pasado por unos minutos y que manchan de a gotitas el presente, nublándome el paisaje hermoso que se va desplegando ante mis ojos.
Y ahora yo me pregunto, ¿qué voy a hacer mañana? Algo en el fondo me dice que va a ser un día normal en mi vida, que voy a realizar mis cosas como las realizo habitualmente. Mañana es viernes, tengo que ir a la facultad. Tendría que hacerme un huequito para seguir ensayando. El sábado canto por primera vez en mi vida sobre un escenario, solo mi voz y las notas de una guitarra que salió de la nada... Sí, puede ser que esa vocecita del fondo tenga razón. Puede ser que nada cambie en mí mañana, a pesar de que sea el primer seis de noviembre que no tiene sentido después de tanto tiempo. Pero a su vez reflexiono y sé que en cuanto me encuentre sola, algo me va a hacer click y una ráfaga de recuerdos y pensamientos me van a inundar la mente. Probablemente me ocurra a la noche. O durante el día, mientras viajo en el bondi y me pongo los auriculares para escaparme del mundo. O en mis momentos libres de la mañana, cuando leo y escribo sin pensar en las consecuencias. No lo sé. Es posible que mi día finalice con esa patética escena que se repite cada tanto, en la cual estoy en pijama, las luces apagadas, música que solo escucho yo, y unas cuantas copas encima, mientras canto haciendo la mímica imitando a cantantes que nadie juna o que ya están muertos. Hasta que después prácticamente me muero yo, porque entro en la cama trastabillando, me acuesto como puedo, cierro los ojos y en medio segundo mi cabeza va a dos mil por hora nadando en alcohol barato y obtenido de contrabando.

Para concluir  y dejar de maquinear al pedo, cierro diciendo que el mañana es pura incertidumbre siempre. No puedo saber qué va a sucederme. Quizás muera sumida en la nostalgia. Quizás sonría todo el día. No lo sé. Tendré que dejar de especular y simplemente dejar que las cosas pasen. Sí, creo que esa es la solución más correcta frente a este panorama lleno de inexperiencia.