People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
Mi foto
Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

Cruzando sola

"Todo lo que vos agarres ahora son bastones para cruzar el puente." Esa frase me quedó grabada a fuego en la memoria. Una charla en la que casi me largo a llorar sin saberlo, pero lo oculté por orgullo. Y en el final, sale esa frase de su boca. La dijo con tanta sabiduría en los labios que yo la tomé como una verdad absoluta. "Sí, es cierto" dije mientras seguía reflexionando las palabras ya pronunciadas. Pero en mi mente formulé la respuesta con duda. "¿Es cierto?" pensaba. Y aún lo pienso. Hay días en que tengo la certeza de que la frase dice la posta, que todo lo que estoy construyendo ahora son los palitos que junto para armar la balsa que me va a ayudar a irme a la mierda de esta página del libro. Otros días pienso que quizás no tenga tanta razón y que ya las cosas fueron superadas o que por lo menos le falta mucho menos tiempo de lo que todos suponen y que todo lo que se va sucediendo en el ahora son secuelas de la superación de los hechos.
Y en momentos como este no doy ni por válida ni por descartada la frase, sino que me paro frente al pasado y asumo lo que siento cada tanto y de a poquito en el presente. Cada tanto extraño uno de esos ataques de ternura que me agarraban en los cuales te besaba hasta el alma (todavía tengo los detalles absurdos que quería regalarte cada equis cantidad de días). De a poquito me doy cuenta que tengo que asumir que cuando nos hablo porque nos recuerdo, se me empañan los ojos. Cada tanto me doy cuenta que quisiera una sincera última vez. De a poquito voy cayendo en que nuestra despedida es la que es y que ya todo se fue al diablo. Cada tanto te recuerdo con rabia. De a poquito nos extraño. Cada tanto te recuerdo vagamente con cariño. De a poquito me parte el llanto por nada. Cada tanto me caigo y me hundo. De a poquito me empecino, me la rebusco y me levanto. Y sigo agarrando mi bastón, ese al que nunca creí aferrarme, y de repente camino llena de sonrisas y miradas cómplices. Y creo volver a ser feliz, a estar contenta. Me levanto escuchando música y de buen humor. Me río y pienso cosas hermosas. Los ojos se me llenan de brillo y la sonrisa no se me borra en todo el día. Vuelvo a tener esperanza, razones para levantarme a la mañana y pensar que el día va a estar bueno. Y me sorprendo no recordándote, más bien no extrañándote, no extrañándonos. Me sorprendo sonriendo sin necesidad de tu mirada sobre mis ojos. Me sorprendo no pensándote, no pensándonos en canciones tristes y melancólicas. Me sorprendo renaciendo, volviendo a caminar sola. Pero esta vez bien sola, viendo todo el tiempo hasta dónde puedo llegar, probando mis propios límites con una picardía interna como niño que esconde un feliz secreto. Sola, bien sola, aprendiendo a mi manera; haciendo bien, haciendo mal; acertando y equivocándome a la vez; intentando como me salga, pero siempre siendo yo y nadie más.
Estoy 
a p r e n d i e n d o  a  c a m i n a r  s o l a. 

Pinturas andantes

Suele ser curioso el hecho de que siempre que el cambio me da un sacudón a la vida, lo anoto acá. Uno siempre vuelve a donde pertenece. Y yo pertenezco acá. A esto. A las letras y a los sentimientos. A las pasiones y a la vida entera. Pertenezco a las palabras y las palabras me pertenecen a mí. Y quien tiene palabra, tiene poder. Y yo creo en ese poder infinito y hermoso que me dio la naturaleza.
También creo en mi maravillosa cualidad de sentir. Siento dolor, ira, inspiración, amor, pasión. Siento, y por eso existo. (Perdón Descartes, pero mi reformulación va con todo el respeto posible.) Y sentir es algo único, porque indica que estás vivo, estás viviendo, existiendo, pasando por este mundo confuso que, aunque a veces nos parezca una mierda, no deja de sorprendernos. Y esa es una característica preciosa de la vida: la capacidad que tiene la misma de sorprendernos día a día. Para bien o para mal, eso después se verá. Pero lo importante es que la sorpresa aterrice en nosotros, que nos caiga con un rayo y que nos saque sonrisas y lágrimas a la vez. C'est la vie, mon amour: una constante llegada de sorpresas, un sube y baja de emociones y situaciones pensadas e impensadas. Lo posible y lo imposible pueden cambiar e incluso coincidir. La esperanza y la desilusión vienen y se van en un mismo instante. Uno llora de alegría y se ríe en pleno llanto. Tiembla del miedo y también del orgasmo. Sangra por muerte y sangra por vida. Se cae cuando se cree bien firme y se pone firme cuando se cree bien caído.
Nunca vamos a terminar de entender qué carajo es todo esto. Nunca vamos a poder acertarle a nada, porque cuando creamos saber las respuestas, las preguntas van a haber cambiado de pe a pa. ¡Pero está bien que sea así, che! No hay fórmulas para aprovechar los momentos buenos ni para sobrepasar los momentos malos. La clave está en sacarle provecho a lo que se está viviendo. Si es algo malo, verle lo bueno. Si es algo bueno, exprimirle al máximo cada segundo. Hay que vivir, gente. Sentir, respirar, reírse y llorar mucho. Llenarnos de color, cualquiera que sea. Uno a la vez o todos juntos, al mismo tiempo. ¿Qué importancia tiene? Lo que interesa es que seamos pinturas andantes y contagiemos todo a nuestro alrededor. Al fin y al cabo, somos muy blancos cuando nos morimos, así que a aprovechar a pintarnos en vida que después ya no vamos a poder más. (¡Dale nene, que la vida sin color es aburrida!)