People change, feelings change. It doesn't mean that the love once shared wasn't true and real. It simply just means that sometimes when people grow, they grow apart.
Mi foto
Escritora desde que aprendí a posar el lápiz sobre el papel. Completamente indecisa. Poseedora de una mente peligrosamente abierta. Inteligente, con un ego filoso y un humor ácido. Todos los días intento ser una mejor versión de mí misma.

Nos vemos a las cinco



Trato de escribir esto lo más rápido posible para tratar de ganarle la carrera al tiempo y al olvido. Hoy te vi. Te estaba esperando con mi enterito de sandías abajo del rayo del sol, tratando de encontrar reposo y algo de sombra en la columna de la puerta de la municipalidad. No estaba nerviosa, para nada. Solo tenía curiosidad. Una inmensa curiosidad me atravesaba la cabeza y enredaba todos los pensamientos a su paso. Los ojos me iban de acá para allá, algo enchinaditos por la luz de las cinco de la tarde, pero yo hacía un enorme esfuerzo por mantenerlos bien abiertos para divisarte mejor y cuanto antes. Al ratito caíste. Te ví y sonreíste y me contagiaste inmediatamente la alegría, tanto que hasta te abracé. Llevabas puestos unos jeans oscuros con un cinturón que creo que era marrón, unas zapatillas claras bien cómodas y una remera azul-celeste con un escote sencillo y provocador. Tenías una carterita blanca en el brazo izquierdo y las uñas pintadas de un rojo increíblemente bello. No usabas maquillaje. Yo creo que simplemente no te hacía falta. Tenías el pelo semi atado (tus rulitos escapaban de vez en cuando) y tus anteojos puestos. "Sencilla", pensé, "y hermosa", también. Inmediatamente buscamos un lugar para sentarnos. Elegiste un  lugar en el centro, en el pasto, donde daba apenas la sombra de un árbol, y te pusiste a cebarme mates. Yo los tomaba dulces y vos amargos, y sin embargo supimos entendernos bastante bien. Nos hablábamos de todo. Saltábamos constantemente de un tema a otro, como si estuviéramos sumamente apuradas por contárnoslo todo de una. Yo quería conocerte y vos a mí. Quería que supieras cada detalle de mí, que lo tuvieras todo servido en bandeja, todo escrito en tu página en blanco, para que vos pudieras ver y decidir qué hacer con todo este desastre caótico que soy yo ahora.
Después de tanto hablar y hablar, una muchacha se nos acerca a invitarnos a una especie de protesta pacífica, un reclamo a la municipalidad y la nueva gestión para que dialoguen con una institución que beneficia y ayuda a los niños con autismo. Automáticamente fuimos y protestamos juntas, codo a codo, como si fuéramos compañeras de toda la vida. "¡Qué lindo conocerte así, che!", exclamaste sin una gota de ironía y me sentí completamente a gusto con tu presencia. Una vez finalizado el reclamo, nos fuimos a caminar y terminamos en la plaza de las artes (allí donde alguna vez un muchacho me dijo con una falsa timidez que yo le gustaba y quería besarme) y la charla y las risas encontraron su forma de hacerse camino. Te conté de mí (quería decirte sobre mis problemas del alcohol, pero temía asustarte así que no lo hice) y vos me brindaste un poco de tu historia, de tu vida, de tu persona. Al rato un sapo desubicado para su tiempo y lugar nos sorprendió y yo me asusté y te reíste. Te ofreciste a llevarme a casa y yo acepté sin ningún tipo de dilema. Te asombró que depositara mi confianza en vos tan pronto, pero yo ya no tenía nada que perder, así que no dudé en ningún momento. En el trayecto, hablamos un poco del pasado mientras me cantabas canciones de Eric Clapton en unos tonos tan maravillosamente exquisitos que quise parar el mundo solo para escucharte un poco más. Cuando me dí cuenta que ya estaba llegando a destino, te pedí que estacionaras un poco más lejos de casa y, sin preguntas ni titubeos, lo hiciste. Te pasaste media cuadra y estacionaste. Catalogaste al momento como una situación cursi en la que nunca se sabe bien qué hacer ni cómo, y automáticamente apagaste las luces, te pusiste de lado y me besaste. Clapton seguía sonando mientras nos reíamos entre chapes y nos acariciábamos las caras, como si intentáramos confirmar que la otra definitivamente era real. Yo tenía que irme, pero por supuesto que no quería, aunque el solo imaginarme que alguien pudiera verme besando a una mujer en los alrededores de casa me helaba la sangre y me arruinaba el momento. Yo tenía que irme, pero seguía dándote la mano, agarrándote el pelo y besándote la boca. Mi teléfono no dejaba de sonar, pero yo seguía dándote la mano, agarrándote el pelo y besándote la boca. Halagaste mi aroma sin saber que, minutos después, el tuyo me quedaría impregnado unos breves segundos en la piel. Eric Clapton canta su famoso "Leyla" y la tarareas mientras estas acostada sobre mi brazo. Nos miramos a los ojos y con picardía me retas a besarte de nuevo. Jugamos un rato hasta que finalmente lo hago entre risas. Mi teléfono vuelve a sonar y esta vez definitivamente tenía que irme, aunque seguía sin querer hacerlo. Me dijiste que estaba bien y casi como un acto reflejo dije que quería volver a verte después de tus vacaciones a Córdoba. Me diste el sí, prendiste la luz del auto y bajaste el espejo del acompañante solo para que pudiera arreglarme un poco antes de entrar a casa. Me vi hecha un desastre pero no cambié nada. Me gusta así. Te besé una vez más para despedirme, te pedí que me avisaras cuando llegaras a tu casa y en cuanto cerré la puerta del auto, me fui corriendo a casa como si fuera una nena que llega tarde porque se queda un rato más en la plaza a jugar.
Cuando me metí al baño y confirmé la caótica situación en la que se encontraban mi cara y mi pelo, supe que me encantabas, que esta vez era en serio y que, si vos estabas dispuesta a jugártela, yo lo tiraba todo por la borda y me iba corriendo a darte otro beso más con los labios color rojo despintado.
Ya es casi infinita la lista de canciones que tengo para volver a conquistarte. Algunas son de nosotros, o sea que ya las conoces (como por ejemplo la versión de Eddie Vedder y Cat Power de "Tonight you belong to me" que estoy escuchando ahora) y otras simplemente se me cruzaron por el camino mientras estaba sola y me hicieron recordarte. Hoy fue un día plagado de tu ausencia. Creo que son incontables las veces que estuve a punto de llorar y todavía no terminó este lunes de mierda. Y sé que muy pronto, cuando me encuentre definitivamente sola, me voy a poner a beber y nuevamente voy a estar por estos pagos escupiendo todo lo que se me atora en el medio de la garganta y el corazón. Porque sí. No, porque sí no. Porque te quiero. Porque te extraño. Porque vos no me querés ni me extrañás. Porque la vida no es justa y llega la noche y me pongo peor. Y no voy a mentirte. Hay días que espero, ansío, muero por encontrar el amor en cualquier esquina, solo para aliviar un poco la presión en el pecho y sacar las lágrimas de los ojos. Pero es inútil, porque sé que voy a intentar convertir a quien sea que se cruce en el camino (si es que alguna puta vez llega alguien) para que se parezca, sea como sea, de una manera u otra, aunque sea un poco a vos.
Ahora se me ocurre una idea sobre las canciones: Debería grabar un cd y dejártelo en alguna parte, solo para que lo encuentres y lo escuches y pienses en mí. Ups, ya arruiné la sorpresa, porque sé que leés este patético y antiguo diario virtual cada vez que me cruzo de alguna forma en tu pensamiento. Y ya tengo un montón de temas peleándose dentro de mí por ocupar el puesto número uno. Definitivamente, y porque te gusta mucho, el señor Vedder se merecería ir primero, y más considerando que ahora lo escucho y automáticamente "hay imágenes que se desvanecen en mi mente" y no puedo dejar de llorar. No es posible. No es verdad. Para mí no es la posta eso de que "ya no me querés más". No puede ser. Me rehúso a creerlo. Es decir, sé que me porté mal, que no puedo evitar ser una puta gratis con todo lo que camina, que muchas veces te hablé mal, que algunas cuantas te hice quedar en ridículo, que soy una testaruda de mierda que no sabe entrar en razón, pero no creo que ninguna cosa en el mundo haya sido suficiente como para que dejes de sentir ese amor inmenso que me tenías. Lo único que me deja tranquila es que (si realmente no existe una última vuelta atrás) disfruté, aproveché, y supe ver a cada instante todo lo que sentías por mí. Lo que me perturba un poco es que quizás vos no pudiste descifrar (o yo no supe demostrar, lo cual es más probable) cuánto yo te quise, y aún te quiero. Y ahora ya es tarde. No importa cuántas noches beba, cuántos poemas escriba (sobria o borracha), cuántos cds grabe, cuántas canciones cante, cuántas veces te llame o te escriba. Ahora ya no importa, ahora ya no sirve. No te puedo obligar a que me quieras. Unx no puede amar a la fuerza, pero ¿acaso puede olvidar de manera obligada? Ojalá pudiera borrarte. No, borrarte no, porque te amo (aunque nunca te lo dije, ahora no veo la hora de poder gritártelo a la cara) y no me arrepiento de nada de lo que pasó entre nosotros. Pero sí me gustaría borrar el dolor, por lo menos para no tener que beber y llorar descontroladamente cada vez que me atrapa tu presente ausencia. Porque nunca voy a aprender. Siempre dicen que unx tiene que aprender alguna vez, pero yo nunca voy a aprender. No me sale. No puedo hacerlo. Quisiera que me hagas el amor, pero queriéndome. No porque estamos ebrios en el baño y somos ex's y no nos queda otra que hacer nuestro espectáculo y saciar nuestra sed. Quiero que me ames y que se note. Que me abraces, que me tomes las manos, que me beses dulcemente y me digas al oído que, para vos, soy tan preciosa que llego a perfecta (aunque yo te diga que no, como siempre lo hice) Quereme un poco, Emito. No es tan difícil. Es solo cuestión de volver.

Nota al pie del día

Te quiero. Y no estoy jugando.
Te quiero. Y no estoy borracha. 

Te extraño, y no te miento. Muero por beber algo, pero te vas a enojar conmigo. Me vas a decir irresponsable, alcohólica (sutilmente, no con la dureza de esa palabra, solo para no hacerme daño) y me vas a mandar a la cama para que no vomite o siga tomando. Me gustaría volver a dormir con vos, simplemente para moverme entredormida y sentir tus caricias y tus cuidados. Porque la otra vez me cuidaste. Yo daba vueltas entre las sábanas y vos me cuidaste. Si me destapaba, me tapabas, y si se me corría la almohada y me encontraba incómoda, de repente podía sentir cómo la acomodabas para que volviera a dormir bien. A veces me despertaba a medias y me besabas. A veces me despertaba por completo y sentía tu abrazo. Era una sensación dulce, cálida, casi de ensueño, casi del pasado, casi del recuerdo que a veces es olvido. 
Me quería levantar (tenía cosas que hacer) pero los minutos pasaban y yo no podía moverme. No, sí que podía. Pero no quería. ¿Quién sabe cuándo iba a tener esa oportunidad otra vez? ¿Quién sabe cuándo volverías a quererme? Así que continué procrastinando y me quedé. Me acuerdo y te quiero, te extraño, y no me quiero poner a llorar porque no da y seguir mendigándote cariño me hace sentir cada vez más patética. Y eso que todavía estoy sobria. Todo un día libre de ebriedad y así y todo ya te mensajeé más de mil veces. Me esquivaste. Alevosamente me esquivaste, y yo ya no sé qué hacer. Perdí la cabeza, pero no por amor como te dije que quería. La perdí porque no sé y ya no la puedo encontrar. Te quiero, te extraño, dame más. Quereme, no me olvides. Volvé por mí. ¿Cuándo vas a volver por mí?